viernes, 27 de mayo de 2016

Los Viajes Apostólicos de San Pablo a Chipre

FUENTE: http://www.arquibogota.org.co/index.php?idcategoria=7624

Este periodo entre los años 46 y 58 fue el más activo y fructífero de la vida de san Pablo. Comprende tres grandes expediciones apostólicas de las que Antioquía de Siria fue siempre el punto de partida y que lo condujeron a distintas partes del Imperio llevando el mensaje de Jesús y fundando comunidades. Además de estos tres viajes apostólicos, Pablo realiza uno a Roma, en donde es llevado cautivo para ser juzgado, es el conocido como viaje de la cautividad.

Primer Viaje Apostólico (Hechos 13, 1- 14, 28)

En el primer viaje misional, se desarrolló entre los años 46-49. Enviado por el Espíritu para la evangelización de los gentiles, Bernabé y Saulo embarcaron con destino a Chipre, predicaron en la sinagoga de Salamina, cruzaron la isla de este a oeste siguiendo sin duda la costa sur y llegaron a Pafos, residencia del procónsul Sergio Paulo, donde tuvo lugar un cambio repentino. Después de la conversión del procónsul romano, Saulo, repentinamente convertido en Pablo, es citado por San Lucas antes de Bernabé y asume ostensiblemente la dirección de la misión que hasta entonces había ejercido Bernabé. Los resultados de este cambio son rápidamente evidentes. Pablo comprende que, al depender Chipre de Siria y Cilicia, la isla entera se convertiría cuando las dos provincias romanas abrazaran la fe de Cristo. Escogió entonces el Asia Menor como campo de su apostolado y se embarcó en Perge de Panfilia, once kilómetros por encima del puerto de Cestro. Fue entonces cuando Juan Marcos, primo de Bernabé, desanimado quizá por los ambiciosos proyectos del apóstol, abandonó la expedición y volvió a Jerusalén, mientras que Pablo y Bernabé trabajaban solos entre las arduas montañas de Pisidia, infestadas de bandidos y atravesaron profundos precipicios.

Su destino era la colonia romana de Antioquía, situada a siete días de viaje desde Perge. Aquí, Pablo habló del destino divino de Israel y del providencial envío del Mesías, un discurso que san Lucas reproduce en substancia como ejemplo de una predicación en la sinagoga. (Hechos 13, 16-41). La estancia de los dos misioneros en Antioquía fue lo suficientemente larga como para que la palabra del Señor fuera conocida a través de todo el país (Hechos 13, 49). Cuando los judíos consiguieron con sus intrigas un decreto de destierro, continuaron hacia Iconio, distante tres o cuatro días de viaje, donde encontraron la misma persecución por parte de los judíos y la misma acogida por parte de los gentiles.

La hostilidad de los judíos los forzó a buscar refugio en la colonia romana de Listra, distante como unos veinticinco kilómetros. Aquí, los judíos de Antioquia y de Iconio dejaron celadas para Pablo y, habiéndolo apedreado lo dejaron por muerto, mientras que él logró una vez más escapar buscando esta vez refugio en Derbe, situada alrededor de sesenta kilómetros de la provincia de Galacia. Después de completar su circuito, los misioneros volvieron sobre sus pasos para visitar a los nuevos cristianos, ordenaron algunos sacerdotes en cada una dejas iglesias fundadas por ellos y al fin volvieron a Perge, donde se detuvieron a predicar de nuevo el Evangelio, mientras que esperaban quizá la oportunidad de embarcar para Atalia, un puerto a dieciocho kilómetros de allá. Al volver a Antioquía de Siria, después de una ausencia que había durado tres años, fueron recibidos con muestras de gozo y de acción de gracias pues que Dios les había abierto las puertas de la fe al mundo de los gentiles.

Los cristianos procedentes del judaísmo plantean la idea de que estos nuevos cristianos deberían aceptar también las leyes judías, como la circuncisión. Pablo decide plantear la cuestión en Jerusalén a su regreso en el año 49, ante los apóstoles. Esto dio lugar al primer concilio, el Concilio de Jerusalén, del año 50. Triunfó la postura de Pablo, sobre no imponer rituales judíos a los conversos gentiles.


Segundo Viaje Apostólico (Hch 15, 36•18, 22)

Este viaje tuvo lugar durante los años 50-52. El principio de la segunda misión se caracterizó por una discusión a propósito de Marcos, que Pablo rechazó como compañero de viaje. Así pues, Bernabé partió con Marcos el de Chipre y Pablo escogió a Silas o Silvano, un ciudadano romano como él y miembro influyente de la Iglesia de Jerusalén, y partió para Antioquía a fin de llevar el decreto del consejo apostólico. Los dos misioneros fueron primero de Antioquía a Tarso, con un alto en el camino para promulgar el decreto del primer Concilio de Jerusalén, y luego fueron de Tarso a Derbe a través de las puertas de Cilicia, de los desfiladeros de Tarso y de las llanuras de Licaonia.

La visita de las iglesias fundadas en la primera misión se realizó sin incidentes si no es a propósito de la elección de Timoteo, que los apóstoles en Lisistra persuadieron para que se circuncidara para mejor llegar a las colonias de judíos, numerosos en estas plazas. Fue probablemente en Antioquía de Pisidia, aunque los Hechos no mencionan tal lugar, donde el itinerario de la misión fue cambiado por intervención del Espíritu Santo. Pablo pensó en entrar en la provincia de Asia por el valle del Meandro, lo que le permitiría un sólo día de viaje, y sin embargo, pasaron a través de Frigia y Galacia pues el Espíritu les prohibió predicar la palabra de Dios en Asia. (Hechos, 16, 6). Los misioneros tuvieron que viajar hacia el norte en la región de Galacia llamada así en propiedad y cuya capital era Pesinonte, y la única cuestión pendiente es si predicaron o no en ella. No pensaron en hacerla aunque sabemos que la evangelización de los Gálatas fue debida a un accidente, el de la enfermedad de san Pablo (Gal. 4, 13).

Los misioneros después de alcanzar la Misia Superior, intentaron llegar a la rica provincia de Bitinia, que se extendía ante ellos pero el Espíritu Santo se lo impidió (Hechos, 16, 7). Así es que atravesaron Misia sin pararse a predicar y llegaron a Alejandría de Tróade, donde la voluntad de Dios les fue revelada por la visión de un macedonia que los llamaba pidiendo auxilio para su país.

Pablo continuó utilizando sobre suelo europeo los métodos de predicación que había utilizado desde el principio. Hasta donde fue posible, concentró sus esfuerzos en metrópolis desde las que la fe se extendería hacia ciudades de segundo rango y, finalmente a las áreas rurales. Allí donde encontraba una sinagoga, empezaba por predicar en ella a los judíos y prosélitos que estaban de acuerdo en escucharle. Cuando la ruptura con los judíos era irreparable, lo que ocurría más pronto o más tarde, fundaba una nueva iglesia con sus neófitos. Permanecía entonces en la misma ciudad a no ser que una persecución se declarase, normalmente a causa de las intrigas de los judíos. Existían, sin embargo, algunas variantes del plan.

En Filipo, donde no había sinagoga, la primera predicación tuvo lugar en un puesto llamado el proseuche lo que los gentiles tomaron como motivo de persecución. Pablo y Silas, acusados de alterar el orden público, recibieron palos, fueron arrojados en prisión y finalmente exilados. Pero en Tesalónica, y Berea, donde se refugiaron después de lo de Filipo, las cosas se desarrollaron según el plan previsto. El apostolado de Atenas fue absolutamente excepcional. Aquí no se planteaba el problema de los judíos o de la sinagoga, y Pablo, en contra de su costumbre, estaba solo, (1 Tes 3, 1 ). Desarrolló de cara al areópago una especie de discurso del que se conserva un resumen en los Hechos 17, 23-31, como un modelo en su género. Parece haber dejado la ciudad, sin haber sido forzado a ello por la persecución.

La misión de Corinto, por otro lado, puede ser considerada como típica. Pablo predicó en la sinagoga todos los sábados y cuando la oposición violenta de los judíos le negó la entrada, se retiró a una casa próxima, propiedad de un prosélito llamado Tito Justo. De esta forma prolongó su apostolado por meses mientras los judíos atentaron contra él en vano; fue capaz de resistir gracias a la actitud, por lo menos imparcial si no favorable, del procónsul Galio. Finalmente, decidió irse a Jerusalén de acuerdo con un voto hecho quizá en un momento de peligro. Desde Jerusalén, de acuerdo con su costumbre, volvió a Antioquía. Las dos epístolas a los tesalonicenses se escribieron durante los primeros meses de la estadía en Corinto.


Tercer Viaje Apostólico (Hch.18, 23- 21, 27)

Este viaje tuvo lugar durante los años 53-58. El destino del tercer viaje de Pablo fue evidentemente Éfeso, donde Aquila y Priscila lo esperaban. Él había prometido a los efesios volver a evangelizarlos si tal era la voluntad de Dios (Hechos, 18, 19-21) Y el Espíritu Santo no se opuso más a su entrada en Asia. Así es que, después de una breve visita a Antioquía se fue a través de Galacia y de Frigia, (Hechos, 18, 23) Y pasando a través de las regiones del "Asia Central" llegó hasta Éfeso.

Para ganarse la vida y no ser una carga para los fieles, tejió todos los días durante muchas horas muchas tiendas, lo que no le impidió el predicar el Evangelio. Como de costumbre, empezó en la sinagoga donde tuvo éxito durante los primeros meses. Después enseñó diariamente en un aula puesta a su disposición por un cierto Tirano. Así vivió por dos años de tal forma que todos los habitantes de Asia, judíos y griegos, oyeron la Palabra de Dios (Hechos, 19, 20).

Por supuesto que hubo pruebas que sufrir y obstáculos que superar. Algunos de esos obstáculos surgieron de la envidia de los judíos, que intentaron inútilmente imitar los exorcismos de Pablo, otros vinieron de la superstición de los paganos, particularmente acentuada en Éfeso. En esta ciudad, la persecución fue debida a los gentiles y fue por motivos interesados. Los progresos del cristianismo arruinaron la venta de las pequeñas reproducciones del templo de Diana y las de la diosa misma, estatuillas muy compradas por los peregrinos, con lo que cierto Demetrio, en cabeza de los orfebres, arengó a la plebe contra San Pablo. San Lucas describió con realismo y emoción la escena, (Hechos 19, 23-40). El apóstol tuvo que rendirse a la tormenta. Después de una estancia de dos años y medio, quizá más, en Éfeso (Hechos 20, 31), partió para Macedonia y de allí para Corinto, donde pasó el invierno. Su intención fue la de seguir en primavera para Jerusalén, sin duda para Pascua, pero al saber que los judíos habían planeado atentar contra su vida, no les dio la oportunidad de hacerlo al viajar por mar, volviéndose por Macedonia. Muchos discípulos, divididos en dos grupos, lo acompañaron o lo esperaron en Tróade. Podríamos citar aún tres hechos notables: en Tróade Pablo resucitó al joven Eutiquio que se había caído de la ventana de un tercer piso mientras que Pablo predicaba tarde por la noche. En Mileto pronunció un discurso emotivo que arrancó las lágrimas a los ancianos de Éfeso (Hechos 20, 18-38). Finalmente llega a Jerusalén.

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